El calor hace parte de uno los problemas de estudio de la filosofía natural. Conocer su comportamiento junto a conceptos
como el de la conductividad térmica, fueron abordados por cerca de 300 años pasando por grandes científicos tales como Galileo,
Hooke, Newton, Boerhaave, Laplace, Lavoisier, Amontons, Prévost, Franklin, Black, Rumford, Pictet y Fourier entre muchos otros
que realizaron distintos aportes.
Sin embargo, el término “conductor” proviene de la ciencia de la electricidad, fundada a partir de 1720 por Stephen Gray e introducido
por John Desaguliers alrededor de 1738, como la capacidad de un material para transmitir electricidad por su interior y “no conductor”
para los que oponen resistencia a la misma.
A partir de allí, estos conceptos fueron adoptados por el estudio del calor para un uso similar al de la electricidad, además de esto Benjamín
Franklin hace la primera analogía entre estas dos ciencias, realizando distintos experimentos de la mayor o menor capacidad de conducción que
tienen los materiales y comienza a incentivar algunos de sus colegas proporcionándoles ideas en la realización de experimentos en estos temas,
siendo Rumford uno de ellos.
Como resultado de todos estos estudios, incluida la invención del Calorímetro de hielo por Antoine Lavoisier y Pierre Simon Laplace en el invierno
de 1782, Fourier realiza la primera medición de la conductividad térmica para una barra de hierro, encontrando que esta es 3/2 veces la cantidad
requerida para convertir un kilogramo de hielo a 0°C en una masa igual de agua líquida a esa misma temperatura; además en sus experimentos,
encuentra que si se tienen tres termómetros igualmente espaciados a lo largo de una barra de un material, se cumple que la relación entre la
suma de las temperaturas entre el primer y tercer termómetro, con la temperatura del segundo ((T1+T3) / T2) es una constante a lo largo del mismo.
Con esto, fue sólo hasta principios del siglo XIX que Jean-Baptiste Joseph Fourier con su tratado Théorie analytique de la chaleur publicado en el año 1822,
donde se estableció las principales leyes que gobiernan el calor, así como las demostraciones matemáticas de su comportamiento.
Fourier recopila, observa y compara todos los estudios tanto teóricos como experimentales realizados por él y por otros autores hasta ese entonces. Funda su
teoría postulando que el calor al igual que la gravedad, penetra cada sustancia del universo, sus rayos ocupan todas las partes que componen el espacio, además
define con precisión las propiedades elementales que determinan la acción del calor reduciéndolo a tan sólo tres observaciones fundamentales: “diferentes cuerpos
no poseen en el mismo grado la misma capacidad para contener calor, para recibirlo o transmitirlo a través de sus superficies, ni para conducirlo por el interior
de sus masas”. Finalmente plantea que el problema de la propagación del calor consiste en determinar cuál es la temperatura en cada punto de un cuerpo en un instante
dado, suponiendo que se conozcan las temperaturas iniciales.